Surrealismo de sábado noche
En estos tiempos uno no sabe que hacer.
La verdad es que después de noches como las de ayer, que rozan el surrealismo brutal, algunas cosas no puedo calificarlas de normales. Una cosa está clara: me empiezo a cansar de determinadas actitudes de gente que está más preocupada en su ombligo que en el del resto de sus amigos. Eso y mi lucha constante (marca registrada) para demostrar mis sentimientos a la persona que más me importa en estos momentos (que por cierto, es completamente lógico que no crea nada de lo que le digo) son las dos cosas que más me afectaron ayer.
Las cosas como son, me lo pasé bien, que de un tiempo a esta parte es lo mejor que me puede pasar en un sábado a la noche ourensano.
Varias cosas que sacar en limpio de ayer:
1º Que a Wolf no se le puede discutir nada cuando va un poco ciego.
2º Que tres horas seguidas en el Elephant aburren.
3º Que estoy harto de la música del Badulake. Estoy del garage, funk y del rock años 70 hasta las narices. Variedad por favor.
4º Que odio el 7 pecados. Y que ojalá no vuelva más por allí.
5º Que algunos taxistas podrían hablar más alto y no al cuello de su camisa. Eso o que cada vez estoy más sordo.
6º Que, por lo menos, ayer no me metieron garrafón en ningún sitio. Y eso si que es una sorpresa.